Zanoni. El camino de la fe y del ideal
Zanoni. El camino de la fe y del ideal
Una lectura general de la obra Zanoni nos podría llevar a señalar que es una novela de amor, pero por cierto también una historia de ocultismo, escrita por Edward Bulwer-Lytton en 1842, pues analiza y expone en forma directa grandes secretos que tienen que ver con la Orden Rosacruz en el contexto de la Revolución Francesa.
Esta obra vio la luz en 1842 en Londres
En esta novela se señala el trabajo de los rosacruces como los depositarios de un gran conocimiento, tanto material como espiritual. En los primeros capítulos se alude a corrientes filosóficas, entre otras a las platónicas y pitagóricas- que pudieron haber influido en el pensamiento rosacruz, aunque sus orígenes podrían ser aún más remotos, mezclando ideas provenientes de las primeras dinastías egipcias y caldeas. Según lo que señala el filósofo chileno John Baines en su obra Los brujos hablan, los genuinos rosacruces serían herederos directos de visitantes extraterrestres extraordinariamente evolucionados que enseñaron el desarrollo total de la mente. En Zanoni , esta teoría también se lee entre líneas.
No es una obra fácil, a pesar de tener un narrador omnisciente que escarba hasta en lo más íntimo de cada personaje; es una obra ocultista, que hay que leer entre líneas, ya que sus mensajes, sin ser evidentes, resultan poderosos. Además, el narrador plantea que la obra original fue escrita por un iniciado en un extraño lenguaje que tuvo que ser traducido dos veces por quien presenta la obra.
Zanoni es el nombre de la obra y también del personaje principal. La persona de Zanoni es una mezcla de belleza, respeto y terror; un hombre bosquejado como un ser majestuoso, de penetrantes ojos negros, como negro también es su cabello. Su cabeza posee los elementos propios de la belleza árabe; posiblemente bordea los treinta años, tiene habilidades mágicas y al igual que el Conde de Saint Germain o Apolonio de Tiana, posee el poder de la bilocación, esto es, la facultad de estar en dos lugares al mismo tiempo. Puede curar por medio de la palabra y como un profeta, anticipar hechos venideros, como predecir la muerte o los contenidos ocultos de las personas.
El Conde de Saint Germain podía estar en dos lugares al mismo tiempo
El principal poder de Zanoni está ligado a su aparente inmortalidad. Ha sido visto por varios testigos en diversas épocas; cada setenta años testigos señalan haberlo visto, sin perder un ápice de su juventud, en distintas partes del mundo. Al respecto, el texto da luces de una sabiduría de Zanoni propia de un Hermes Trimegisto al señalar: “el tiempo no da ni quita un átomo al infinito”. Los personajes como Zanoni generalmente muestran una energía que por ley de polaridad pueden generar atracción y repudio al mismo tiempo. El narrador de la historia señala que cualquiera que tocara a Zanoni podía sentir un fuerte estremecimiento.
Zanoni domina los grandes conocimientos de las ciencias naturales y sociales en circunstancias que nunca se le ha visto consultar un libro; también su instrucción filosófica es acabada, domina varios idiomas, y además posee enormes riquezas, lo que nos hace pensar que sabe cómo crearlas. Esto es muy importante, ya que demuestra tener un acabado dominio sobre lo material. Estos elementos evidencian que estamos ante un personaje que ha traspasado la eternidad, que ha descubierto el sentido de la piedra filosofal. Pero su parte humana, su “animalidad” lo tienta y puede perder todos estos poderes cuando se ve preso de apetitos tan humanos como el amor y el deseo de pareja.
El libro plantea la poderosa disyuntiva entre alcanzar el conocimiento y la espiritualidad sin probar o poseer el amor terrenal, o tener el amor de un ser amado y desistir del camino que conduce hacia la más alta iniciación: la renuncia es una de las palabras clave de este libro. Zanoni se enamora de Viola Pisani, una mujer muy lejana a las artes herméticas y es por esa naciente pasión que Zanoni abandona el camino del ocultismo. Viola, con su presencia y su amor, será la única que hará sufrir o gozar a un personaje que había negado toda emoción humana.
Al parecer, Zanoni ha residido en la India, pero la obra no da más detalles de cuál fue el objetivo de su visita al país de los Vedas. De sus experiencias por tierras lejanas y extrañas, Zanoni ha adquirido poderes que han complementado su formación rosacruz; el vulgo no lo comprende, y lo llama “hechicero” al no poder racionalizar sus dones. Uno de las enseñanzas de esta obra radica en la importancia de entender y poseer una conciencia sobre los poderes que oculta la naturaleza hasta en los objetos propios del microcosmos; si se pudieran entender hasta la funcionalidad de la más pequeña partícula de la naturaleza se podrían dominar poderes que podrían conquistar el mundo material. Zanoni conocía muy bien estas leyes, y así la obra siempre lo presenta saliendo a caminar y a admirar la impresionante obra de Dios como contemplar un atardecer o asombrarse simplemente con un conjunto de hierbas.
Zanoni es consciente que todo elemento de la naturaleza posee su propio universo
Zanoni es un crítico de la moderna filosofía; la tildaba de vulgar y superficial. Este hecho no es menor, ya que al ser una obra contextualizada en los sucesos de la Revolución Francesa que fue creadora de todo un conjunto de pensadores racionalistas e “iluministas”, es una crítica a todo el sistema de pensamiento actual, puesto que la Ilustración es una de las bases de pensamiento del hombre y del estado modernos, negador de la espiritualidad y adorador de las ciencias naturales de orientación materialista. A pesar de la negación de la filosofía racionalista, el protagonista es un personaje que busca la verdad. Esta, según Zanoni, es un requisito fundamental para la realización de todo lo que es grande y noble. Con respecto a la búsqueda de la verdad, se expone:
… “la verdad de las cosas se ve interrumpida por muchas causas, como la vanidad, las pasiones, la indolencia y la ignorancia de los medios que debe emplear para conseguir lo que se ha propuesto …”
Con respecto a la apertura mental necesaria para la búsqueda de la verdad:
… “la verdad no puede ser descubierta por una imaginación que no está preparada para ello …”
Zanoni tiene un amigo llamado Mejnour, ambos sobrevivientes únicos de la orden Rosacruz. Mejnour es maestro de Zanoni y es inmune a las tentaciones terrenales. Según el filósofo John Baines, tanto Zanoni como Mejnour son dos prototipos que diferencian dos caminos distintos que lograría un iniciado en su camino a la maestría. Zanoni es de los iniciados prácticos, de aquellos que se desempeñan bien en la alta política: son líderes sociales, creadores de historia y conductores de la civilización; Mejnour, por su parte se retrae más a las sombras, no es un ser social, está muy lejos de todo sentimiento mundano. Es por ello un maestro de sabiduría, un ser que contemplaba imperturbable el “circo” de la vida humana. Es Mejnour quien nos regala una de las frases más poderosas del libro:
… “En las leyes que regulan el universo está decretado que lo malo no puede durar”.
Es Zanoni quien llama a Mejnour cuando empieza a sentir amor por Viola. La correspondencia entre estos dos iniciados sirve para tomar palco en la discusión de lo que se pierde y lo que se gana al abrir Zanoni las puertas a este sentimiento.
Zanoni señala:
“No me arrepiento ni me arrepentiré, los variados transportes de tristeza y de placer que por intervalos han venido a mezclarse en mi existencia, valen más que la calma y la aridez que encuentras en tu solitaria ruta. Tú no amas ni aborreces nada, pisas la tierra con la indiferencia de un sonámbulo.”
Mejnour, quien nos consideraba una civilización hecha de barro, señalaba que prefería la calma y las delicias espirituales de la vejez. Sólo al final de la obra, Zanoni comprobará la sabiduría de su amigo y se lo señalará en una carta:
“Tenías razón; la eterna vejez, tranquila y libre de pasiones, es un presente más grato que la eterna juventud con sus tormentos y deseos. Hasta que llegue la hora de ser todo espíritu, la tranquilidad debe buscarse en la indiferencia”.
Con respecto a la iniciación, Zanoni nos enseña que el requisito fundamental es el abandono del miedo. También se debe dejar de lado todo tipo de pasión y atadura; el postulante a los caminos del ocultismo debe estar libre del amor egoísta, de avaricia, de ambición, de toda ilusión:
“… Ningún neófito debe tener, desde su iniciación, ningún deseo ni ningún afecto que le ligue al mundo.”
Este camino a la sabiduría y a la trascendencia no puede ser un proceso tomado a la ligera. El personaje de Clarencio Glyndon representa este drama del típico discípulo de ocultismo que se desalienta al no obtener resultados prácticos en el corto plazo. Es precisamente Glyndon a quien Zanoni le dedica una de las frases más reveladoras de la obra:
“¡Insensato!... El conocimiento y el poder no constituyen la felicidad”.
El estudiante de ocultismo debe sortear numerosas pruebas que son una serie de dificultades internas representadas en Zanoni por el temible “guardián del umbral”, un verdadero fantasma que atosiga a Glyndon cada vez que quiere alcanzar el conocimiento. Según John Baines, el encuentro con el espíritu del umbral, lo negativo de la naturaleza (un Satán), reacciona en contra del discípulo, a quien se le produce toda clase de reacciones negativas, ya que las potencias de la oscuridad tratan de impedirle su llegada al Olimpo de los dioses.
El fastasma o guardián del umbral es en Zanoni
el poder negativo que pone trabas a la iniciación
Zanoni nos exhorta a la búsqueda de Dios. La Revolución Francesa es presentada en el texto como una época de barbarie en que eran normales el asesinato y el rodar de las cabezas al caer la guillotina. Esto es lo que lograban el exceso de racionalismo y la negación de Dios y el consiguiente abandono de la fe. Se puede leer en las páginas finales de la obra:
¡Cuándo aprenderán los hombres a conocer que si la gran religión inculca tan rígidamente la necesidad de la fe, es porque ella solamente guía a la vida futura! Sin fe no hay nada excelente en la tierra… La creencia en algo más sabio, más feliz, más divino de lo que vemos en este mundo, es lo que los artistas llaman el ideal y los sacerdotes, la fe. El ideal y la fe son una y la misma cosa.”
Zanoni es una gran obra que se recomienda especialmente para aquellos que están en la “búsqueda”.
por Daniel Lobos Jeria
Agradecimientos especiales a la estimada escritora y poeta Ilma de la Cruz Cross por sus consejos y correcciones que junto a sus conocimientos técnicos y sabiduría de vida potenciaron este escrito mejorando notoriamente la calidad del original. ¡Gracias!...
…y también a mi amigo Juan Pablo Elgueta que al igual que Zanoni también esta incesantemente en la búsqueda.
Bibliografía:
Zanoni. Sir Edward Bulwer Lytton (Edición Digital)
Los brujos hablan. John Baines. Editorial Publigráfica, 2012
Hola Daniel crees que en nuestros tiempos puede haber un Zanoni?
ResponderEliminarMe gustaría conocerle,
Saludos,
Sería increíble imaginar que aún existan alquimistas que posiblemente (al igual que Zanoni) hayan dado con la inmortalidad dominando los fundamentos del microcosmos.
Eliminar¿Podría nuestra imaginación, nuestras modernas creencias y nuestro estado de letargo comprender lo que estos seres nos tienen hoy para enseñar? Quizás aún caminan por ahí esperando mejores tiempos para emerger. Recomiendo la película The Man from Earth (2007) para explorar o debatir estas posibilidades.
También espero a un Zanoni, un Conde de St. Germain o a un folclórico Melquiades, si lo merecemos quizás podríamos algún día mirar a los ojos a uno de estos increíbles seres.
Saludos.